2022 RENACE LA ESPERANZA
Por muy larga que sea la tormenta, el sol
siempre vuelve a brillar entre las nubes.
Khalil
Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.
Comienza un
nuevo año y con él la oportunidad de nuevas posibilidades; sin embargo, cuando
se está en duelo el paso del tiempo es aún más incierto, la visión del futuro
se hace oscura, los proyectos se acaban y lo que antes interesaba pierde todo
valor. Cuando se está en duelo, un nuevo año no tiene nada de nuevo, por el
contrario es más de lo mismo: la misma tristeza, la misma soledad y el mismo dolor.
No obstante, esto
no tiene por qué ser así, siempre se tiene la opción de comenzar de nuevo
gracias a que existe aquello que los hombres han convenido en llamar esperanza. La esperanza es aquel estado de ánimo que nos
sugiere que a pesar de las dificultades, las adversidades y las tristezas, se
puede vivir de otra manera. El ser humano es muy sensible en su naturaleza, experimenta
múltiples emociones y sentimientos y frente a ellos, en ocasiones, sufre,
reflexiona, ama, vuelve a sufrir, se siente derrumbar, se levanta y continúa
viviendo. En la esperanza radica la capacidad de las personas de sobreponerse
ante las situaciones más inimaginables, gracias a una elección aparentemente
sencilla: decidir que eso suceda.
Existe una
frase repetida muchas veces desde la psicología existencial, atribuida al
psiquiatra austriaco Viktor Frankl: “Si no está en tus manos cambiar una
situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que
afrontes ese sufrimiento”. Este doctor experimentó las atrocidades de haber
sido encerrado en distintos campos de concentración Nazis durante la Segunda Guerra
Mundial, en condiciones extremas de deshumanización y sufrimiento a las que no
pudieron sobrevivir su hermano, sus padres ni su esposa, pero que él logró
superar gracias a su convicción de que el individuo siempre puede encontrar razones
para vivir.
Es cierto que
el duelo por la muerte de un ser querido es tal vez una de las experiencias más
dolorosas que se puede experimentar en la vida, sin embargo existe la
posibilidad de sobrevivir a este hecho, todo depende de la entera confianza en
uno mismo y en las propias capacidades, por este motivo la palabra esperanza se puede interpretar como la
unión de dos palabras: espera con
confianza. Es decir, no se trata de una espera incierta, pasiva; sino la
confianza de que en algún momento, no se sabe cómo y no se sabe cuándo, lo
vivido cambiará.
Por lo tanto,
frente a lo que nos ocurre podemos sentarnos sobre los escombros y lamentarnos
amargamente, o podemos, así como lo propone Viktor Frankl, aceptar el desafío de reconstruir nuestras
vidas. Vivir un duelo es también realizar un acto creativo; un trabajo a través
del cual se toman las riendas de la vida y se da un compromiso consigo mismo y
con los que se ama. Un acto que a su vez le rinde un homenaje al ser querido, en
el que se honra su existencia no con sufrimiento, como se señala en el poema de
Pedro Salinas: “no quiero que te vayas dolor, última forma de amar” sino
viviendo la propia vida, aprendiendo a estar en esta realidad sin la presencia
física del ser querido, pero consciente de todas sus enseñanzas.
Cada quien que
pasa por nuestras vidas deja una huella especial en nuestro corazón, no importa
cuánto tiempo se compartió o las experiencias vividas, el amor tejió los hilos
de esa relación; seguramente hubo discusiones, enojos y reproches, pero eso
hace parte del crecimiento personal. Por lo tanto, aquí y ahora, se tiene la
posibilidad de hacerse a un lado y encerrarse en el cuarto oscuro del dolor o
elegir frente a cualquier acontecimiento de la vida, por duro que sea, la
esperanza de que ello, también pasará.
La marioneta
Si por un instante Dios se
olvidara
de que soy una marioneta de trapo
y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que
pienso,
pero en definitiva pensaría todo
lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por
lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más,
entiendo que por cada minuto que
cerramos los ojos,
perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se
detienen,
Despertaría cuando los demás
duermen.
Escucharía cuando los demás
hablan,
y cómo disfrutaría de un buen
helado de chocolate.
Si Dios me obsequiara un trozo de
vida,
Vestiría sencillo, me tiraría de
bruces al sol,
dejando descubierto, no solamente
mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón,
escribiría mi odio sobre hielo,
y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de
Benedetti,
y una canción de Serrat sería la
serenata
que les ofrecería a la luna.
Regaría con lágrimas las rosas,
para sentir el dolor de sus
espinas,
y el encarnado beso de sus
pétalo...
Dios mío, si yo tuviera un trozo
de vida...
No dejaría pasar un solo día
sin decirle a la gente que
quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre
de que son mis favoritos
y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán
equivocados están,
al pensar que dejan de enamorarse
cuando envejecen,
sin saber que envejecen cuando
dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas,
pero le dejaría que él solo
aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la
muerte
no llega con la vejez sino con el
olvido.
Tantas cosas he aprendido de
ustedes, los hombres
He aprendido que todo el mundo
quiere vivir
en la cima de la montaña,
Sin saber que la verdadera
felicidad está
en la forma de subir la
escarpada.
He aprendido que cuando un recién
nacido
aprieta con su pequeño puño,
por vez primera, el dedo de su
padre,
lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre
sólo tiene derecho a mirar a otro
hacia abajo,
cuando ha de ayudarle a
levantarse.
Son tantas cosas las que he
podido aprender de ustedes,
pero realmente de mucho no habrán
de servir,
porque cuando me guarden dentro
de esa maleta,
infelizmente me estaré muriendo.
Johnny Welch.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario